Lenguaje de viajando conmigo

Siempre me ha gustado el lenguaje de la palabra escrita, de las imágenes que rondan el mundo en silencio, del amor que se expresa con dulzura, de los pinceles que difuminan colores a través de las almas, de las sensaciones de los olores cuando se cierran los ojos, del roce de la persona amada… Viajando conmigo es una bitácora por el mundo de mis sensaciones… me acompañas?

Solo puedo decir que cada nuevo destino con billete de vuelta, me enseña un pedazo de mi que desconocía.


Séptimo aniversario de boda

El tiempo vuela, y llevo montones de historias en la mochila, que se quedan en recuerdo a través de imágenes, a través de momentos… 

El mes pasado mi compañero de viaje y yo, celebramos nuestro séptimo aniversario de boda. Cada año desde que nos casamos intentamos celebrarlo de alguna manera especial… este año no fue menos, y nos sirvió de excusa para reencontrarnos, para encontrar un momento y detenernos a pensar… 
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Porque la vida se nos viene encima y ella no se detiene… va a su ritmo, con su propia vibración… 
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Entonces nos escapamos a Bruselas
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A caminar la ciudad, a ver otro otoño…
A hacer las típicas fotos, que suele hacer la gente cuando va a Bruselas…
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Fotografiar al Manneken pis, y fue muy difícil hacer una foto con un poco de dignidad, aquella calle estaba tan abarrotada, que decidimos escaparnos del bullicio y buscar un momento para tomarnos de las manos…
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Y disfrutar de una dulce Bruselas…
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Caminamos buscando las famosas fachadas animadas…
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Dejándonos perder por la ciudad, haciéndonos fotos de novios enamorados… 
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Y ver caer la noche que anunciaba lluvias…
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Caminar bajo la lluvia, abrazados bajo un solo paraguas, mirar a la gente correr, mientras se dibujaban los reflejos en la plaza central, centro álgido que normalmente estaría lleno de turistas… 




Llegó la noche… y si tuviese quedarme con un momento del festín de nuestro amor, me quedaría con el instante en el que nos acariciamos los dedos y se hace el silencio después de un te quiero. El momento mismo que nuestros cuerpos quedan inertes de la batalla del amor y en el que nuestras almas están infinitamente vacías y llenas del otro... en una tenue oscuridad que se hace luz interna y puede llegar a alumbrar el mundo entero...
Para mí, me quedo con ese segundo de caricia, de silencio y presencia. 

A la mañana siguiente, tocaba marchar, mientras nos despedíamos temprano de la tranquilidad de una ciudad que despertaba
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Y en la que aprovechamos la quietud para inmortalizar la típica foto de quien visita Bruselas…
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